lunes, 13 de abril de 2020

Cuento


Mario y Gonzalo son dos grandes amigos que viven en San Sebastián y que comparten una gran afición, viajar. Llevaban muchos años intentando hacer un viaje juntos, pero por diferentes motivos no podían realizarlo.        

           
Hasta el 24 de febrero del 2020, que fue el día en el que comenzaron su viaje. El día era soleado y la temperatura muy buena, lo que quiere decir que era el día perfecto para emprender el viaje que tanto tiempo llevaban esperando, por eso Mario y Gonzalo estaban metiendo en su barco el material necesario para sobrevivir durante al menos medio año. El viaje soñado por estos dos grandes amigos, era dirigirse a Noruega, el lugar donde querían vivir. Para realizar este viaje, tenían una pequeña embarcación, la cual disponía de una habitación con dos camas, una pequeña cocina, un baño, una zona común donde podían relajarse y un bote salvavidas.

           
Cuando terminaron de preparar la embarcación fueron a sus casas para despedirse de los familiares, y alrededor de las cinco de la tarde, partieron desde el puerto de San Sebastián con destino Noruega.

A los dos días de estar navegando, Mario se dio cuenta de que algo en el barco no iba bien y fue corriendo a decírselo a Gonzalo que se encontraba descansando en la zona común:

-          - ¡Gonzalo, Gonzalo! Gritaba Mario muy asustado. Creo que algo va mal huele raro y el barco va cada vez más lento.


Con lo que le contesta Gonzalo:

-          
           - Será que ha empezado a fallar el motor vamos a verlo.

            
Se dirigen los dos hacia los mandos de control, pero por más que miran no saben que está pasando. Miran por toda la embarcación en busca de pistas que les lleven a detectar por qué el barco empieza a deteriorarse, pero siguen sin saberlo. De pronto, Mario se asoma por la proa de la embarcación y se da cuenta que el agua está totalmente contaminada, hay plásticos, botellas, peces muertos flotando… y a causa de esto, la madera del barco se está deteriorando cada vez más.

            
Los dos amigos tenían que tomar una decisión rápida, ya que si se quedaban en el barco podían morir. Mario y Gonzalo se miraban, no sabían que hacer, si seguían adelante con el viaje perdían la vida, pero si regresaban a casa en el bote salvavidas sobrevivían.

-          
                  - ¡Mario! ¿qué hacemos no nos podemos quedar aquí quietos, tenemos que hacer algo? - dijo Gonzalo.

-          
    Tenemos dos opciones, nos quedamos en el barco esperando que la situación mejore, o, por otro lado, podemos coger el bote salvavidas y regresar a casa. – contestó Mario.

            
Gonzalo sin pensárselo dos veces fue corriendo hasta el bote, mientras tanto, Mario se dirigió a la cocina para coger un poco de comida para no morir de hambre. Cuando tenían todo listo se subieron al bote y empezaron a alejarse de la embarcación, empezaron a mirar para atrás los dos llorando sabiendo que un año más las cosas no salían como ellos esperaban. Al caer la noche, los amigos se duermen esperando que el día de mañana sea mejor que el que habían vivido hoy.

            
Empieza a amanecer y el sol se refleja en el agua, Gonzalo se despierta y de fondo empieza a ver el puerto de San Sebastián. Emocionado despierta a Mario y los dos se abrazan sabiendo que esta pesadilla de viaje estaba llegando a su fin. Pero la alegría poco les duró, ya que al llegar al puerto no había nadie, la ciudad estaba vacía. No sabían que estaba pasando, y a lo lejos ven un cartel grande que pone. ¡No salgan de sus casas, un virus llamado COVID-19 está arrasando con toda la península y por seguridad deben quedarse en sus casas!

            
Debido a esta situación Mario y Gonzalo no tenían como llegar a sus casas ya que vivían en un pueblo de al lado llamado Rentería, y para llegar a él necesitaban coger un autobús, pero la cuidad estaba paralizada. Sin saber qué hacer, decidieron volver al puerto.

Mario llorando le dice a Gonzalo:

-          
              - Nos hemos quedado sin nada, no tenemos móvil ni dinero para poder ir a comprar comida, estamos acabados.


Gonzalo no sabe que decirle, como tranquilizarlo, pero cuando estaban a punto de llegar al puerto, una familia pesquera, les invito a subir a casa. Al llegar a casa, Mario y Gonzalo les contaron la aventura que habían vivido, pero sobre todo que la contaminación del agua era muy grande y que esto había que pararlo.     
            
Al igual que los dos aventureros le contaron su historia, la familia también les contó que era el COVID-19, los dos amigos escuchaban la historia aterrorizados sin saber cuándo iban a volver a ver a sus familiares.


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